Contracorriente


Si saludar sin sentido a cada vuelta de la esquina dejara de ser un rasgo de educación, civilización y decoro moral (señal de buenas costumbres) para considerarse el  peor de los gestos tal vez no me molestaría tanto.
Al contrario.
Y es justamente la obligación forzosa lo que me lleva a rechazar un beso insulso o un alzar de manos. Lo que me causa urticaria. Es la imagen que se corporiza en los prejuicios de los ofendidos una vez que no cumplo con la norma lo que me lleva a no hacerlo. El preferir ser socialmente incorrecta a falsamente amable.






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