Un trámite
Me
he convertido en un papel en blanco. Sin líneas ni membretes. Corriendo de un
lado hacia otro, golpeando puertas a gritos pelados sin escuchar que ningún alma
piadosa desande las dos vueltas de llaves y me reciba, cobijándome los segundos
que tarde en entintarme de pies a cabeza, sellando toda mi piel con escudos,
nombres y títulos de extraños para luego despacharme otra vez a un laberinto de
pasillos ciegos.
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